sábado, 24 de septiembre de 2011

Cruzar la línea parte el sueño en dos

La utopía socialista de los australianos en Paraguay nunca incluyó a los paraguayos. “Nos negamos  a mezclarnos con razas de color; queremos que nuestros niños sean blancos como nosotros lo somos, capaces de sostener nuestros principios y de entender nuestros ideales” (*), fue la promesa firmada por los australianos antes de convertirse en colonos. Trazado el límite al que llamaron “La Línea del Color”, la reproducción de esta raza de idealistas se daría según los planes de William Lane por medio del estímulo de la migración de mujeres australianas, inglesas, irlandesas o escocesas al “Paraíso de los trabajadores” en Caaguazú.

Grandes promesas hizo Lane a las australianas para que se animaran a esta utopía, que según él, las incluía. “Las mujeres, carentes de derechos en Australia recibían una promesa: “La asociación mantiene una absoluta equidad entre hombres y mujeres y entiende al matrimonio como inviolable. Tanto las mujeres casadas como las solteras votan y tienen los mismos derechos que los varones”. 

Pocas socialistas australianas se sumaron al sueño utópico de la Nueva Australia.  “Creían que la batalla contra el capitalismo se libraba en casa y que nada se conseguiría huyendo de ella”.

El deseo de la no mezcla era mutuo. El propio gobierno paraguayo puso como condición a los Australianos no pasar la línea del color, para no contaminar al Ser Nacional ni con con su raza, ni con sus ideales y organización política y social utópica. 

Esta acordada división “racial” establecía los códigos de la nueva convivencia sin siquiera contemplar a un tercer actor en escena: un grupo indígena, dueño ancestral de la tierra cedida a los colonos.  La utópica nueva Australia, se fundaba así, sin miramientos, en la expulsión de los guaraníes del lugar. 

Para diciembre de 1893 llegaba a Nueva Australia la segunda tanda de Colonos. En su mayoría hombres; pronto cedieron a la tentación de no cruzar la línea del color y buscaron a las mujeres paraguayas, como buscaron el alcohol, que también les estaba prohibido.

“En Nueva Australia los solteros no podían ahogar sus penas en alcohol dado que habían firmado un compromiso de abstinencia. No pasó mucho hasta que tres hombres se hartaron de la situación, se acercaron a una aldea cercana, tomaron un poco de vino con el sacerdote y coquetearon con mujeres  del lugar. Cuando regresaron a la colonia, Lane  insistió en expulsarlos por su “persistente violación a la cláusula referida a tomar alcohol”. Los hombres fueron inmediatamente separados de la colonia y acompañados por soldados paraguayos que se aseguraron que abandonaron la región”. El hecho desató el malestar de muchos colonos y abrió la grieta que pronto partió el sueño en dos.

(*) Todas las citas de este artículo pertenecen a la historiadora australiana Anne Whitehead contenidas en su artículo “El paraíso desubicado: Nueva Australia y Colonia Cosme" del libro de compilación "El Hilo Rojo – Palabras y Prácticas de la Utopía en América Latina".

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