sábado, 24 de septiembre de 2011

Cosme: el punto final del paraíso

Sesenta y cuatro australianos se dieron una segunda oportunidad para cumplir su utopía en la tierra paraguaya. En Cosme, Caazapá,  el Gobierno  volvió a cederles un espacio de colonización. 

Liderados por William Lane, los utópicos auto-exiliados a Colonia Cosme se proclamaban “verdaderos creyentes”. Los compatriotas a quienes dejaron atrás en Nueva Australia pronto dividieron la tierra comunitaria en parcelas privadas y, teniendo hijos e hijas con mujeres paraguayas, desdibujaron para siempre la línea del color.

En Cosme, una tierra fértil amenazada por las frecuentes crecientes de dos ríos circundantes, la sobrevivencia fue la primera prueba de fuego para la utopía:“Limpiaron el monte y erigieron chozas con barro y ramas con techos de paja.  El primer año tuvieron que comprar más garbanzos y maíz, a parte del suplemento de proteínas que obtenían de la caza ocasional de monos y aglutíes, pero por lo general les perseguía el hambre.  Sin embargo, gradualmente algunos de sus cultivos –aquellos adaptados al clima -  crecieron bien y nuevas tandas de pioneros  hicieron viajes de manera independiente para unírseles” (*).

La bonanza llegó con los años y  el cultivo de la caña de azúcar, la extracción de la madera de los bosques “la infraestructura para aserrar madera, después un granero y un ingenio para moler la caña que estaba conectado por vías férreas con el campo para recibir la zafra”. 

A un Cosme con “bibliotecas de seiscientos volúmenes y un salón de juegos techado con paja donde jugaban a los dardos y el dominó, se tomaban clases en español,  se escuchaban poemas y debates sobre el marxismo,” llegó quien un día sería la más célebre de todos los utópicos australianos en Paraguay; la poeta y periodista Mary Girlmore, que hoy aparece en el billete de diez dólares australianos por la grandeza de su obra.


Mary Girlmore
 Mary llegó a Cosme idealista, soltera, sin oficio y con apellido propio: Mary Cameron. “se casó con uno de los colonos y después se volvió famosa en Australia como Mary Girlmore, Dama del Imperio Británico.”

En aquel Cosme de la utopía  los colonos leían en grupo a Shakespeare, a Tennyson, a Robert Burns;  contaban sus aconteceres en el periódico en inglés Cosme Evening Notes y pagaban sus compras con un billete propio, de validez exclusiva en la colonia, mediante un sistema de valor concebido por los seguidores de William Lane. “El salón, iluminado por parpadeantes lámparas de aceite, era el lugar donde se realizaban los bailes, y las parejas daban vueltas al ritmo de los Schottische, los caledonios y los Lancers, las mujeres con  libélulas destellando en su pelo, una costumbre paraguaya que habían adoptado. Se reunían en el enorme granero de madera que habían construido para pelar el maíz mientras cantaban  y toda la comunidad participaba de producciones dramáticas y shows de juglares”.

Ni estas bucólicas escenas ni la relativa prosperidad económica fueron suficientes para sostener la utopía socialista de los australianos en Paraguay.  Pronto se pelearon, pronto dejaron de soportar al dictatorial William Lane. Y así Lane partió para no volver en agosto de 1899.

La utopía socialista australiana en Paraguay - en 1909 y conflictos jurídicos de por medio - quedó convertida en títulos privados para  nueve familias australianas que se repartieron así el soñado paraíso del trabajador.

(*) Todas las citas de este artículo pertenecen a la historiadora australiana Anne Whitehead contenidas en su artículo “El paraíso desubicado: Nueva Australia y Colonia Cosme" del libro de compilación "El Hilo Rojo – Palabras y Prácticas de la Utopía en América Latina".



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